lunes, 18 de junio de 2007

Grande Gabito

Bogotá era entonces una ciudad remota y lúgubre donde estaba cayendo una llovizna insomne desde principios del siglo XVI. Me llamó la atención que había en la calle demasiados hombres deprisa, vestidos como yo desde mi llegada, de paño negro y sombreros duros. En cambio no se veía ni una mujer de consolación, cuya entrada estaba prohibida en los cafés sombríos del centro comercial, como la de sacerdotes con sotana y militares uniformados. En los tranvías y orinales públicos habia un letrero triste: "Si no le temes a Dios, témele a la sífilis".

* Texto extraido de: Vivir para contarla de Garcia Marquez. Libro que estoy devorando esta semana con gran interes, que será en la posteridad uno de los mejores libros de memorias que he leido.

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