jueves, 2 de agosto de 2007

Arquitectura del silencio I

I

Se sento en tierra
cogía a las inocentes hormigas que se acercaban
y las tragaba vivas,
miraba al sol mientras sentía
como algo diminuto pataleaba en su estómago
antes de disolverse.

II

Quizas no sea tiempo ya
todo tiene su momento -eso dicen-
No sé, mis momentos están esparcidos
y he de acostumbrarme
hasta a los no convenientes.
Vivo a contratiempo y he de acostumbrarme

III

He abierto cien ventanas esta noche
y cada cristal esconde un espejo sin voz.

Probablemente la mitad del tiempo
que he pasado escribiendo
bastaría para llenar cualquier
otro espacio en blanco que hay en mi vida.


IV

Golpea el martillo
-y corta la sierra-
corre el caballo por la pradera
corre la sangre por las venas
corren los ríos por la tierra
corre el vino por las ferias
corren los caballitos dando vueltas
corre la ilusión y el girasol detrás del sol.

Todos corremos, unos saben donde van
-otros lo saben cuando llegan-.

El martillo siempre golpea
la sierra siempre corta
y nosotros
siempre corriendo.

V

Construyo montañas imaginarias
y bosques ficticios
cada vez que pienso contruyo
alguna inutilidad
y tu, al otro lado
siempre...
tan ajena.

1 comentario:

La Gata de sus tejados dijo...

A veces los momentos se acaban y las oportunidades se agotan, las construcciones imaginarias ayudan a poner distancias si las sabes utilizar para esos propósitos... a veces la distancia es buena... en tiempo y en espacio...